"PRÓXIMO VIERNES SANTO, 30 DE MARZO DEL 2018, ESTACIÓN DE PENITENCIA DE NUESTROS TITULARES"

viernes, 18 de marzo de 2016

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE GUADALCANAL 2016

Extracto del Pregón de la Semana Santa de Guadalcanal 2016, 
por Antonio José García Sánchez.



VIERNES SANTO…

Él nunca hizo testamento:
nadie se lo preguntó.
Decía que la riqueza
se encuentra en el corazón.
Nació pobre y murió rico;
Su tesoro: el amor.

Jesús ha muerto sin ni siquiera una túnica, sin una mísera vestidura que lo cubra. Guadalcanal quiere ser una sábana cuando lo entierren; velará por él en su sepulcro; consolará, si es que se puede, a su MADRE DE LA SOLEDAD.
(PAUSA Y MARCHA AVE MARÍA)

Yo lo miro y me pregunto:
¿cuáles flores le pondrán?
que no le pongan coronas
con una tuvo de más.
Que la suya fue de espinas
y no paró de sangrar.
No puedes parar de llorar
eres un surtidor tu llanto
Virgen de la Soledad
el vacío es muy  grande…
qué dolor para una madre
llevar a un hijo a enterrar.
(PAUSA)

Viniste para liberarnos y tu cuerpo yace muerto y prisionero. Qué crueles ironías tiene la vida. Ese noble ataúd… habitáculo de oscuridad, a través de cuyos cristales veo tu cara, se torna barrera infranqueable para sentimientos de rabia por verte así.
Ya te llevan a enterrar y no quiero que te vayas, no quiero que te lleven a ese lugar del que nadie regresa… ojalá fuesen eternas las calles que recorres y nunca sonasen esas campanas donde los mirlos vestidos de luto silban toques de duelo.
No quiero que te vayas, no quiero que te mueras… las campanas de la parroquia suenan en la sierra.
He de confesarte que el color negro de tu manto me ayuda a serenarme en la oscura noche. Negro luto que tú no pierdes en ningún momento. Tu hijo te enseñó a tener fe y con fe te aferras a los segundos de un tiempo, que como un reloj de arena va derramándose imparable.
Yo soy cofrade, soy creyente como tú. Tu hijo también me enseñó a tener fe y a mantenerme firme ante la adversidad. Tú, nuestra señora de la Soledad, das ejemplo con tu sentido caminar, sin perder de vista a un difunto que hace pocos días predicaba en libertad.
(PAUSA)

¿Recuerdas cuando le sorprendiste aquél día hablando en el templo? Era solo un chiquillo; tu orgullo se mezcló con el asombro de lo que estabas presenciando. Por eso te comprendo ahora. No alcanzo a imaginar, aunque lo intento, el alcance de lo que estas pasando. Tal vez sea porque soy uno más entre los hombres y tú eres la madre del hijo de Dios.
Pero eso no me resta admiración y ganas de nombrarte. Te seguiré  diciendo alabanzas en cada exhalación que den mis pulmones; cuando mi voz solo sea un recuerdo con aromas de noche y tu hijo haya vuelto resucitado entre nosotros.
Tu eres la madre de mi pueblo, aquí tienes tu hogar.


Que no te pongan de negro
el negro es un color…
la pena, Madre, no entiende de colores
solo entiende de dolor.





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